sábado, 28 de abril de 2012

Felicidad

Esto es un texto que acabo de leer por un correo que me ha mandado un familiar y me ha encantado, a su vez me han entrado una ganas de que podáis leerlo todos, (No es mio ni se de quien es, pero merece la pena gastar unos minutos para leerlo)
Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después.... Después de terminar la carrera, después de conseguir trabajo, después de casarnos, después de tener un hijo, y entonces después de tener otro. Luego nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente grandes, y pensamos que seremos más felices cuando crezca y deje de ser niños, después no desesperamos porque so adolescentes, difíciles de tratar. Pensamos: seremos felices cuando salgan de esa etapa. Luego decidimos que nuestra vida sera completa cuando a nuestros esposo o esposa le vaya mejor, cuando tengamos un mejor coche, cuando nos podamos ir vacaciones, cuando consigamos el ascenso, cuando os retiremos. La verdad es que NO HAY MEJOR MOMENTO PARA SER FELIZ QUE AHORA MISMO. Si no es ahora, ¿cuando? La vida siempre estará llena de luegos, de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices ahora de todas formas hay un luego, ni un camino para la felicidad, la felicidad es el camino y es AHORA. Atesora cada momento que vives. Y atesóralo más, porque lo compartiste con alguien especial; tan especial que lo llevas en tu corazón y recuerda que: EL TIEMPO NO ESPERA POR NADIE. Así que deja de esperar hasta que termines la universidad, hasta que te enamores, hasta que encuentres trabajo, hasta que te cases, hasta que tengas hijos, hasta que te divorcies, hasta que pierdas esos diez kilos...hasta el viernes por la noche o hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que te muertas, para decidir que no hay mejor momento que justamente ESTE PARA SER FELIZ. La felicidad es un trayecto, no un destino. TRABAJA COMO SI NO NECESITASES DINERO, AMA COMO SI NUNCA TE HUBIERAN HERIDO, Y BAILA COMO SI NADIE TE ESTUVIERA VIENDO.

lunes, 23 de abril de 2012

Pub Lost‏

Bosco salió de la habitación y bajó las escaleras de la casa donde vivía alquilado y puso dirección al bar de siempre a tomarse su café con coñac, un antojo del que disfrutaba desde hacía ya varios años. Sevillano de casta, hijo y nieto de sevillanos, Bosco Artacho se había criado con su abuelo en las afueras de Sevilla. Desde muy pequeño, la afición de su abuelo por la lectura le había marcado la vida, haciéndole soñar con una vida de escritor de renombre. Nada más lejos de la realidad.

Su pasión por la escritura le había hecho salir de las calles y descubrir lo que le rodeaba, alejándolo del paso de las cárceles, hogar de sus viejos y olvidados amigos. Pero la calle no olvida. Te marca. Y ese mundo, esa violencia que había vivido en sus propias manos, retrató un carácter asociable y desganado en Bosco. Un carácter duro, acentuado por litros de alcohol, intensas nubes de humo y bares grises que hicieron que fuera un genio como escritor, un escritor enterrado en su miseria, un escritor maldito.

Bosco era un habitual de la noche sevillana, de los sórdidos y oscuros rincones donde escritores como él, sin más riquezas que sus letras, acudían a diario a beber y a cagarse en su “perra” vida. También a escribir.
La noche de un frío martes de febrero, Bosco se encontraba como tantas otras noches en su rincón preferido del Pub lost. 

Aquel era su local preferido. El dueño era una persona seria y difícil de tratar además de un perro viejo. Sabía atender bien a los habituales clientes como Bosco. Siempre que Bosco iba allí por las noches, tenía la última mesa del fondo reservada, lejos de miradas indiscretas. Se podía permitir la licencia de fumar cuando se le antojase algún cigarro sin que nadie le increpara incluso si se le antojaba algún que otro de hachís. El ritual siempre era el mismo. Se sentaba en la mesa de madera un poco agrietada, abría su ordenador portátil y pedía una copa de ginebra o una botella de ron (Según de cómo hubiese ido el día). Luego, bebía mientras escribía. Y el tiempo se convertía en algo efímero, en algo secundario.

Ese día había sido duro y tocaba beber ron, un ron reposado. Marca Orbucan, aunque alguna vez le daba por beber alguno de Angostura (le recordaba a un amigo y los sabores a veces le hacían viajar temporalmente a tiempos más felices). De fondo, una ranchera que siempre pedía al tabernero cuanto tocaba beber ron, El corrido del caballo blanco, de Alfredo Gutiérrez.

Degustando ya el tercer trago de aquel licor, entró por la puerta ella. El pelo castaño, oscuro bastante más oscuro que las hojas pardas que caen de los arboles en otoño, lacio, llegándole un poco más abajo de los hombros. Los ojos negros, pero a la vez rojos de haber llorado, pero duros como su alma. Edad desconocida y difícil de determinar, ya que su belleza le hacía parecer más joven de lo que realmente era. De todas formas, a nadie le importaba. Tenía la mirada perdida y buscaba la barra de aquel antro como único objetivo de esa noche, sin más finalidad, la gente no iba a esos locales en noches apagadas a hablar de ilusiones.

Sin embargo, durante unos segundos, la mirada de aquella mujer se cruzó con la de Bosco. En lugar de alcanzar la barra donde la esperaba el tabernero analizando su cuerpo, giró a la izquierda y se dirigió al fondo del local, al rincón donde se encontraba la última mesa donde se encontraba aquel hombre que la había mirado de una forma diferente a como estaba acostumbrada que la mirase el resto de hombres. 

Ella se acerco y se sentó en la mesa sin ni siquiera preguntarle. Bosco dirigió una mirada inquisitiva al camarero que se encontraba en la barra, el cual lo miraba sorprendido, y al poco tiempo se encontraba llenando dos vasos de ron, uno para él y otro para su extraña acompañante.

– ¿Fumas? –preguntó Bosco sacando un paquete de tabaco arrugado del bolsillo de su cazadora.

– ¿No me vas a preguntar ni cómo me llamo? –le respondió la extraña acompañante mientras sacaba un cigarro del paquete que le ofrecía Bosco.
– No me hace falta saberlo.

– Elena –respondió ella encendiéndose el cigarro con un Zippo viejo pero muy bien cuidado, que había encima de la mesa.

El resto fue rodado. Todo fluyó como el agua que baja por un arroyo serpenteante. Pasaron toda esa noche bebiendo, arreglando el mundo y poniendo en orden sus pensamientos y almas. Eran confidentes de los de una noche de esas con los que uno puede desahogarse completamente porque quizás después del último trago ambos no vuelvan a verse jamás y no se arrepentirán de ninguna palabra que se hayan dicho el uno al otro.

Y Bosco escribió. Escribió sus propias miserias, escribió la vida de ella a medida que esta se la relataba.
Detalló entre tragos de ron cómo, años atrás, ella estuvo enamorada de un poeta y cómo había conseguido escapar de él y de la espiral de drogas y alcohol en la que se encontraba sumida.
Las horas se sucedieron y aquella noche las almas de aquél oscuro escritor y aquella sincera mujer se fundieron en una. Letras, alcohol y belleza derramada en la pena se fueron sucediendo. Ella hablaba, hablaba como nunca lo había hecho y Bosco la escuchó. Supo escucharla. Supo entenderla

viernes, 13 de abril de 2012

No creo que sea cosa de 1

Poco a poco… recorrer tu cuerpo con palabras que acarician tu piel… poco a poco, susurros perdidos en la noche… sin viento, no hay miedos… sin suspiros, no hay sentidos, he ido y vuelto por caminos, mientras mis sueños se han perdido, cumplido o rendido… ya siempre siento estar herido… mecido por la locura en mis noches… mecido por mis decisiones… movido por mi corazón y perdido en mi mente… delirios en mis noches… sueños extraños movidos por actos pasados… distorsión de lo soñado por la realidad en la que me amparo… sentado y pensando, dónde estamos… cuál es mi pasado… ¿importa tanto?… cuál es mi futuro… cuál mi próximo acto… te sientes cansado… miras alrededor y encuentras vacío… miras por tu ventana y encuentras diferencia… cortocircuitos de vida y rareza… movimiento de tus manos, nerviosismo, el mundo se cae sobre tus manos… tu cuerpo se mueve de un lado a otro, crees estar en el límite… y no entiendes como controlarlo… preguntas invaden tu mente buscando respuestas que no tienes… y miras a ambos lado buscando algo, que sientes pero que no has encontrado aún removiendo todo…

El tiempo te retiene y se retiene, se hace eterno y se enlentece… se detiene y juega con tu mente… mientras revivo y vivo con todos los sentidos… hasta sentir como mi cuerpo se convulsiona… para abrir los ojos… y tenerte aquí conmigo…

lunes, 9 de abril de 2012

Dexter

Halloween, el único día del año en que todos llevan una máscara menos yo. La gente encuentra divertido disfrazarse de monstruo. Yo... yo me paso la vida fingiendo que no lo soy. Amigo, hermano, novio. Todos parte de mi colección de disfraces. Habrá gente que me considerará un fraude, yo prefiero considerarme un maestro del disfraz



domingo, 8 de abril de 2012

Rodeado

Te das cuenta y de repente en medio de una multitud de gente, observando todos los gestos, movimientos, yendo, más allá de ellos. Me encuentro, viéndome de lejos, quieto… por un momento…
Es la ausencia que existe en el tiempo, el tiempo en pasado que encuentras por tus bolsillos al vaciarlos y soltar todo. A pasos, a cachos, troceando el caso, callado, nunca mucho tiempo parado, olvidado. Movimiento, tu cuerpo extasiado, ansiado, con síndromes aún no detectados, la ausencia es tu estado, donde vuelves a la calma.
Cansado, de ir contrariado, a contras de corrientes de afluentes, de dementes pensamientos… rebaños, de ovejas, blancas o negras… grupos de mártires, presumiendo de quién es más mártir… de quién se mata antes… grupos de imbéciles, de espejos bonitos que se rompen con la mirada… grupos a miles que todos ansían por pertenecer…
Me es inevitable observar más allá de caras, viajo hacia dentro y veo borrachas, bajas autoestimas, y pulmones negro ceniza, inseguras y chulos putas, feos de almas y almas bonitas… no encajo, en tus típicos… ni soy tu típico pensamiento de hombre… por eso, me es inevitable amargar mi cara al ver más adentro de tu piel… el silencio es un privilegio que muchos deberían ejercer para no perder en un instante todo interés…
Mi vida nunca se rige por bazas, ni varas, donde quieren tallar mi talla… no llevo cadenas ni ando falto de ganas, porque, mi mirada, se siente molesta con tanta gente… pero detalles me hacen pararme, hasta en medio de la calle, observo pasos, ojos, vestimentas, gestos, risas y más allá de ello, veo mi rumbo entre medio.
Vuelvo de nuevo a mi casa, tras mirada cansada, mi arma, es mi mejor baza, inscrito en pecho, llamo tu mirada, mientras mi sombra se aleja, me refugio de mí mismo bajo el silencio… y camino.